jueves, 22 de octubre de 2015
domingo, 27 de octubre de 2013
Respuesta a Lalo Toral.
domingo, 29 de septiembre de 2013
La Querella de los Locos.
domingo, 12 de septiembre de 2010
Shalalalalá
I
En sus desesperada búsqueda de legitimidad, el gobierno panista ha caído en desproporciones y excesos inconmensurables. Dejando aparte los aumentos exponenciales de la violencia social, de la pobreza extrema, del desempleo, de la disminución del poder adquisitivo de los salarios, de la cruenta represión a los trabajadores, en especial aquellos que no se inclinan ante los poderes fácticos, de la concentración de la riqueza en unas cuantas manos, del saqueo inmisericorde de los recursos naturales de la nación, y de la explotación sistemática de una mano de obra barata y desechable, dejando aparte todo esto, decía, nos referimos aquí a los “festejos” del Bicentenario y del Centenario, que tanto ocupan a la población mexicana en este momento. No importa el secuestro del sistema educativo por parte de una mafia sindical que intercambia favores cuestionables con el poder ejecutivo. No importa tampoco el escandaloso deterioro educativo que sufren nuestros niños, jóvenes y población en general. Lo que importa es festejar a toda costa y cueste lo que cueste. Ocultar una realidad substancial, vacía de contenido, con la extravagante apariencia de felicidad y satisfacción. La fiesta de los winners que se regodean en su mundo privado de complicidades perversas, en su ambiente globalizado tipo American Way of Life, y bendecidos por una Jerarquía Católica que, a través de la Historia, se ha caracterizado por prostituirse sistemáticamente ante los poderes políticos y económicos. El festejo de una supuesta “independencia”, en un país que no produce sus alimentos, que depende de las calificadoras financieras internacionales y que se derrumba cada vez que ocurre una de las crisis recurrentes de las bolsas de Nueva York y Londres.
También festejan el inicio de una Revolución que, en los hechos, niegan implícita y explícitamente. Cuando De la Madrid Hurtado cancela el período revolucionario, rindiéndose a las exigencias del capital trasnacional y poniendo las bases del NAFTA, comienza el cínico y nefasto ascenso al poder, evidente y público, de aquellos contra quienes se peleó en la Revolución. Por tanto, sus expresiones de fiesta no son por la Revolución en sí, sino porque al fin han logrado liquidarla, y en este ambiente, es de “buen gusto” descalificarla, mostrándola como un período de desestabilización, como una lucha entre bandoleros, en fin: como La Bola. Y descalifican, al mismo tiempo, sus logros: Reforma Agraria, derechos sindicales, la educación obligatoria y laica impartida por el Estado, el Seguro Social, la Nacionalización Petrolera, etcétera.
Y se les olvida, o nunca se enteraron, que en el ámbito cultural, México adquirió por primera vez en su existencia, una personalidad propia que antes se le había negado. Exceptuando acaso los aportes de la luminosa generación de la Reforma, la cultura mexicana permanecía siempre detrás de los pasos de la cultura europea, en todos los casos particulares. Sin embargo, la Revolución Mexicana produce, por primera vez, una expresión cultural y artística a la que se puede llamar “mexicana” en-sí y para-sí. Surge una pléyade de artistas, en todas las áreas estéticas, quienes, a partir de la esencia nacional, encuentran los elementos que marcarán las diferencias entre lo mexicano y lo demás. Diego Rivera traslada la técnica del fresco renacentista italiano al ámbito nacional y le da una nueva significación, originando el gran movimiento del Muralismo Mexicano, que tanto realce le dio al país en el mundo. Lo mismo sucede en la literatura, en la música, en la arquitectura: en todas las artes.
Pero hoy, se da la irónica casualidad de que en el año 2010 corresponde a un gobierno abiertamente conservador, herederos de de aquellos supuestamente derrotados por los movimientos de 1810 y 1910, un gobierno neo-cristero, al servicio de las oligarquías nativas y del capital internacional, violentamente anti-popular y ¿Por qué no decirlo? Anti-social. Y ante el compromiso histórico de tan magnas conmemoraciones, a los miembros de la cúpula gubernamental no les nace decir otra cosa más que “Shalalalalá”.
II
Shalalalalá es lo único que se le ocurre a un pseudo poeta, célebre por ser la víctima del robo de un bistec y miembro distinguido de la Chilanga Banda. Contratado por un cuate, quien a su vez es cuate de Lujambio, en este tenebroso cenáculo de complicidades y amiguismos propios del sistema político mexicano, acentuadas por la tendencia elitista, excluyente y exclusivista de sus perversos participantes panistas, ante las críticas vertidas ante su “creación poética”, Jaime López espetó que: “Los pueblos tienen la música que se merecen”, pero esto no le impidió cobrar un cheque expedido a partir del dinero pagado por el erario, es decir, por el pueblo al que tanto desprecia. López olvida, desconoce o ignora el significado profundo que esta conmemoración tiene para el pueblo mexicano, y se imagina que tal significado es el de la simple fiesta, el pretexto para el reventón, la peda y el desmadre, a las que, seguramente, López está acostumbrado por sus correrías con la Chilanga Banda. Por eso, la culminación extática y sublime de su futuro milenario es acudir al Zócalo (o la plaza) para echar desmadre. Su discurso, tan carente de substancia, de objetividad y significado, se termina aún antes de comenzar, y deviene en un expresivo, profundo y filosófico “shalalalalá” que sirve de relleno a los compases disponibles en la música de Alek Syntex.
Por su parte, Syntex es un artista proveniente de la cultura Televisa (la que tanto ha servido para distorsionar y envilecer la idea de mexicanidad). Pero Syntex es inocente. Al ser educado en el ámbito de la industria y tan lejos del México profundo y milenario, comenzando su carrera como actor de “Chiquilladas”, estaba ya, de inicio, condenado a una gran limitación cultural, circunscrito a los paradigmas ideológicos de los Azcárraga y de la clase social que éstos representan. Alek Syntex es un destacado artista del ambiente Pop nacional e internacional, su carrera ha estado salpicada de éxitos, y su trabajo destaca por una gran calidad en lo que en la industria del disco se denomina como “producción”: arreglo, diseño de sonidos, interpretación, grabación, mezcla, etcétera, o sea que, por “producción” nos referimos a técnicas y a procesos artesanales. En este sentido, El Futuro Milenario es impecable, su producción encaja perfectamente dentro de las normas aceptadas en la industria, y se puede decir que es buena. No le pide nada a ninguna producción internacional del género pop.
Pero, dentro del ambiente de excelencia industrial, es decir, bajo la espectacular apariencia, plena de luces de neón y fuegos pirotécnicos, la substancia brilla por su ausencia. La maestría ejercida por Syntex en el terreno popero contrasta con su ignorancia de lo que podríamos definir como “mexicanidad”, es decir, desconoce el fondo y la profundidad de lo que conforma la Cultura Mexicana en todas sus facetas, al contrario de lo que sucedía con los artistas revolucionarios. Esta falta de esencia, aunada a la vulgaridad del texto de López, deviene en un producto que explica su unánime rechazo por parte de la sociedad mexicana, ocasionando la huída de Syntex de la comunidad de Twitter.
El ambiente de Futuro Milenario se sitúa en un ámbito popero, pleno de sintetizadores y samplers humedecidos con reverberaciones digitales y delays ecualizados convenientemente, y en donde destaca la voz de Alek, con su característico timbre y estilo, más propio de las estaciones de radio de Televisa y del gusto de los disc-jokeys de los antros, que de un himno conmemorativo de tan augusta ocasión. De este ambiente exquisitamente digital surgen tímidamente un violín y una vihuela “como si” se tratase de un patético mariachi sumergido en este caos. La fallida mimesis pseudo mariachera se complementa con un ritmo en 6/8, con hemiolas, “como si” de un son o huapango se tratase. Unos tímidos y pálidos grititos (“como si” fuesen mariachis) complementan este patético panaché.
No cabe duda: les quedó bastante grande el paquete a Alek Syntex y a Jaime López, a uno por ingénuo, al otro por oportunista. Tanto tiempo, esfuerzo y dinero no hicieron más que incorporar la palabra “shalalalalá” al repertorio del oprobio, del ridículo y la chacota.
domingo, 7 de junio de 2009
El Autoritarismo en México.
La foto que presentamos ahora, en donde se ve a una bestia bruta (Carlos IV) montada en un noble caballo de rancia estirpe, puede interpretarse como una terrible metáfora, en la que el noble animal representa a nuestro también noble (de tan noble que, en ocasiones es pendejo) pueblo mexicano, y el estúpido que está encima, al no menos estúpido, abusivo, gandalla, corrupto e ignorante gobierno nacional. Es la metáfora del AUTORITARISMO que ha existido siempre (quitando unas cuantas excepciones luminosas, por desgracia demasiado pocas), autoritarismo que ha campeado desde siempre en nuestra patria, y en Latinoamérica toda.
¿Por qué hemos soportado este flagelo desde tiempos remotos? ¿Tendrán nuestros jóvenes países alguna “falla de origen” (como dicen en la tele)? ¿Será que los ciudadanos de estas tierras tienen capacidades diferentes, como ahora se dice? Me inclino a pensar en la tesis de la falla de origen, origen común de todas las repúblicas latinoamericanas, pobladas de gente buena y generosa, pero pobre e ignorante, y dotadas de enormes riquezas, pero que siempre han sido saqueadas por piratas y bandidos venidos de otros lugares. Todos estos países tienen en común (en mayor o menor grado) la mencionada enfermedad social llamada “Autoritarismo”.
No pretendo extenderme demasiado en este tema, porque éste es muy complejo, pero haré el intento de dilucidar este asunto de la manera más breve y concisa.
Cuando Colón “descubrió” América, de inmediato comenzaron a llegar a estas tierras hordas de bárbaros, ignorantes, miserables y mugrosos con la idea fija de enriquecerse fácilmente, sin importar a costa de qué o de quien. Estos individuos procedían de uno de los países más atrasados de Europa (España), que no había salido aún de la Edad Media, gobernado por una familia de imbéciles (por ejemplo: Juana la Loca, Carlos IV, el de la foto, Fernando VII) y corruptos (como Felipe II), quienes a su vez eran súbditos (los reyes) del papa en turno. Cuando Hernán Cortés conquistó Tenochtitlan, el papa era León X (Giovanni de Lorenzo di Médici), y la Iglesia Católica era una cueva de corruptos y degenerados, tanto así, que Martin Lutero se vio obligado a realizar su Reforma religiosa.
Cuando los españoles conquistaron México (quien padecía, por cierto, el autoritarismo de un estado teológico) lo hicieron por medio de dos frentes: el militar, soldados ignaros y ambiciosos que se dedicaron al asesinato, al pillaje, al saqueo y a la violación; y los clérigos (el clero), que completaron la labor de destrucción, aniquilando materialmente las ricas culturas nativas, destruyendo sus templos, fundiendo sus dioses de oro, quemando sus libros (Fray Diego de Landa quemó casi todos los libros mayas, salvándose tan sólo 3 de ellos), les cambiaron sus valores, les impusieron el cristianismo, y con éste, el autoritarismo. Los descendientes de estos vándalos se consolidaron como las grandes oligarquías de los países conquistados, dedicándose a esclavizar, a someter y a explotar a la población. Al mismo tiempo se encargaron de robarse las riquezas naturales del país (minerales como: oro, plata, etc.).
El autoritarismo quedó enquistado a partir de, entre otras cosas, la prohibición de establecer industrias en las colonias, y la asunción de la autoridad y propiedad del rey de España sobre todos las habitantes y sus bienes (“Has nacido para obedecer y callar”). El autoritarismo queda establecido, además, a través del monopolio de la cultura, ejercido por la Iglesia, y a través del terror idólatra y supersticioso, y del terror de la Inquisición. El poder de la Iglesia es tal, que se tiene como una verdad absoluta, que es condición sine qua non pertenecer a la Iglesia para merecer la “salvación” de un supuesto “pecado original” establecido en la mitología judeo-cristiana, considerando a la Biblia como la supuesta “palabra de Dios”, todo ésto asumido apriorísticamente, sin ninguna posibilidad de discusión.
Éste es el origen del autoritarismo. Se ha relegado la responsabilidad del individuo a agentes externos como “papá” Dios o “papá” gobierno. Por eso nuestros países son tierra fértil para el surgimiento de caudillos y salvadores de la Patria. Cuando México se independizó políticamente de España, todo siguió igual: las mismas familias explotando al país, y siempre apoyadas por el clero, ese clero maldito que esconde sus pecados cometidos en sus oscuras mazmorras y escondidos bajo sus faldas (sotanas, se llaman); esos que, cuando les conviene, avientan la piedra y esconden la mano, o lanzan terribles maldiciones flamígeras; esos a los que Juárez les pateó el culo; esos que estuvieron pacientemente esperando la oportunidad de salir a vociferar su veneno cuando el Estado Mexicano traicionó su vocación y tradición histórica, manoseando la Constitución para modificar el artículo 130; esos a los que les das la mano y se cogen del pie.
Esos monstruos de negros pensamientos, tan negros como sus sotanas, aliados con una clase ociosa, explotadora del trabajo obrero y campesino y de la riqueza nacional, y que venden todo al mejor postor, menos a su madre, porque carecen de ella. Esos son los promotores y beneficiarios del autoritarismo que siempre hemos padecido. De poco han servido los ideales y los sacrificios de un Valentín Gómez Farías, de un Dr. Mora, de un Juárez, de un Melchor Ocampo, de un Ricardo Flores Magón, y de millones de mexicanos más que ofrendaron sus vidas en aras de sus ideales. De nada han servido, porque actualmente los monstruos de sotana están sacando las uñas y están dispuestos a arrancarnos, así sea a sangre y fuego, todas las prebendas y privilegios que se les han quitado, y para ésto se valen de una legión de fanáticos incrustados en todos los niveles de la sociedad, desde los dirigentes empresariales que alivian sus remordimientos con la confesión, hasta gentes sencillas, pobres, buenas, pero ignorantes, supersticiosas, fanáticas y pendejas, que se espantan por el diablo, por el chupacabras, por la influenza, por todo lo que les digan los curas y la televisión. Además están organizados políticamente, tienen partidos como el PAN (incondicional del clero y los voraces empresarios), sectores del PRI, y hasta del PRD. Disponen de cenáculos perversos como el Yunque y el MURO, de fuerzas de choque, como los alumnos de escuelas católicas que golpearon a un grupo de jóvenes emos en Querétaro, y hasta del Ejército Nacional, enfrascado en una lucha inútil y fratricida (con el peligro del advenimiento de una dictadura militar de corte fascista). Disponen además, del erario público y del capital privado.
Ante estas consideraciones ¿todavía crees que vivimos en “democracia”? ¿Todavía crees en las “buenas intenciones” de los que en 9 años de gobiernos fallidos nos están llevando a la ruina? Si es así, que Dios te bendiga, si no, te invito a que lo pienses y lo medites antes de darle todo el poder de tu voto al gobierno de derecha, ese gobierno ilegítimo a todas luces, y cuyas acciones tienden a sumirnos en las tinieblas de una era neo-medieval, o por lo menos, en una sociedad sin ninguna posibilidad de diálogo ni de debate, una sociedad sometida al AUTORITARISMO, como siempre lo ha sido, una sociedad en donde obedecer y callar sea la premisa.
Por lo menos, les convoco a debatir aquí en La Caballeriza.
miércoles, 22 de abril de 2009
Bienvenida la caballada.
Aquí en La Caballeriza nos proponemos discutir cosas interesantes, intercambiar opiniones, debatir, informarnos acerca de acontecimientos relevantes, denunciar injusticias y gandalleses, organizarnos para hacer cosas trascendentes, en fin, como veo que la caballada está, en su mayoría, muy flaca, tengo la esperanza de que nos reunamos los equinos más finos, de concurso, con un chingo de pedigrí. Pedigrí intelectual quiero decir, no de otra índole.
Vamos a ver si acaso podemos establecer un diálogo inteligente, porque en lo personal, huyo de los pendejos: la pendejez es una enfermedad muy contagiosa y hay que estar lejos de esos pobres enfermitos, lo más posible, por lo menos, porque abundan: no hay más que salir a la calle, subirse al metro, acudir a una oficina pública o privada, que da lo mismo, en fin, es muy difícil no estar en contacto con estos cuates, pero por lo menos podemos vacunarnos. Lo bueno es que los caballos somos animales fuertes, sanos, hermosos e inteligentes.
Les prometo, hermanos equinos, que tendremos aquí entradas interesantes y dignas de debatir.
En la foto vemos a dos congéneres platicando, como se puede ver, aquí no se discrimina a nadie, ni por tamaño, edad, sexo, etnia, nacionalidad, creencias, etc., lo único que no se puede tolerar aquí es a los pendejos (que generalmente no pertenecen a nuestra especie: hasta ahora no he conocido a ningún caballo pendejo).