domingo, 7 de junio de 2009

El Autoritarismo en México.


La foto que presentamos ahora, en donde se ve a una bestia bruta (Carlos IV) montada en un noble caballo de rancia estirpe, puede interpretarse como una terrible metáfora, en la que el noble animal representa a nuestro también noble (de tan noble que, en ocasiones es pendejo) pueblo mexicano, y el estúpido que está encima, al no menos estúpido, abusivo, gandalla, corrupto e ignorante gobierno nacional. Es la metáfora del AUTORITARISMO que ha existido siempre (quitando unas cuantas excepciones luminosas, por desgracia demasiado pocas), autoritarismo que ha campeado desde siempre en nuestra patria, y en Latinoamérica toda.

¿Por qué hemos soportado este flagelo desde tiempos remotos? ¿Tendrán nuestros jóvenes países alguna “falla de origen” (como dicen en la tele)? ¿Será que los ciudadanos de estas tierras tienen capacidades diferentes, como ahora se dice? Me inclino a pensar en la tesis de la falla de origen, origen común de todas las repúblicas latinoamericanas, pobladas de gente buena y generosa, pero pobre e ignorante, y dotadas de enormes riquezas, pero que siempre han sido saqueadas por piratas y bandidos venidos de otros lugares. Todos estos países tienen en común (en mayor o menor grado) la mencionada enfermedad social llamada “Autoritarismo”.

No pretendo extenderme demasiado en este tema, porque éste es muy complejo, pero haré el intento de dilucidar este asunto de la manera más breve y concisa.

Cuando Colón “descubrió” América, de inmediato comenzaron a llegar a estas tierras hordas de bárbaros, ignorantes, miserables y mugrosos con la idea fija de enriquecerse fácilmente, sin importar a costa de qué o de quien. Estos individuos procedían de uno de los países más atrasados de Europa (España), que no había salido aún de la Edad Media, gobernado por una familia de imbéciles (por ejemplo: Juana la Loca, Carlos IV, el de la foto, Fernando VII) y corruptos (como Felipe II), quienes a su vez eran súbditos (los reyes) del papa en turno. Cuando Hernán Cortés conquistó Tenochtitlan, el papa era León X (Giovanni de Lorenzo di Médici), y la Iglesia Católica era una cueva de corruptos y degenerados, tanto así, que Martin Lutero se vio obligado a realizar su Reforma religiosa.

Cuando los españoles conquistaron México (quien padecía, por cierto, el autoritarismo de un estado teológico) lo hicieron por medio de dos frentes: el militar, soldados ignaros y ambiciosos que se dedicaron al asesinato, al pillaje, al saqueo y a la violación; y los clérigos (el clero), que completaron la labor de destrucción, aniquilando materialmente las ricas culturas nativas, destruyendo sus templos, fundiendo sus dioses de oro, quemando sus libros (Fray Diego de Landa quemó casi todos los libros mayas, salvándose tan sólo 3 de ellos), les cambiaron sus valores, les impusieron el cristianismo, y con éste, el autoritarismo. Los descendientes de estos vándalos se consolidaron como las grandes oligarquías de los países conquistados, dedicándose a esclavizar, a someter y a explotar a la población. Al mismo tiempo se encargaron de robarse las riquezas naturales del país (minerales como: oro, plata, etc.).

El autoritarismo quedó enquistado a partir de, entre otras cosas, la prohibición de establecer industrias en las colonias, y la asunción de la autoridad y propiedad del rey de España sobre todos las habitantes y sus bienes (“Has nacido para obedecer y callar”). El autoritarismo queda establecido, además, a través del monopolio de la cultura, ejercido por la Iglesia, y a través del terror idólatra y supersticioso, y del terror de la Inquisición. El poder de la Iglesia es tal, que se tiene como una verdad absoluta, que es condición sine qua non pertenecer a la Iglesia para merecer la “salvación” de un supuesto “pecado original” establecido en la mitología judeo-cristiana, considerando a la Biblia como la supuesta “palabra de Dios”, todo ésto asumido apriorísticamente, sin ninguna posibilidad de discusión.

Éste es el origen del autoritarismo. Se ha relegado la responsabilidad del individuo a agentes externos como “papá” Dios o “papá” gobierno. Por eso nuestros países son tierra fértil para el surgimiento de caudillos y salvadores de la Patria. Cuando México se independizó políticamente de España, todo siguió igual: las mismas familias explotando al país, y siempre apoyadas por el clero, ese clero maldito que esconde sus pecados cometidos en sus oscuras mazmorras y escondidos bajo sus faldas (sotanas, se llaman); esos que, cuando les conviene, avientan la piedra y esconden la mano, o lanzan terribles maldiciones flamígeras; esos a los que Juárez les pateó el culo; esos que estuvieron pacientemente esperando la oportunidad de salir a vociferar su veneno cuando el Estado Mexicano traicionó su vocación y tradición histórica, manoseando la Constitución para modificar el artículo 130; esos a los que les das la mano y se cogen del pie.

Esos monstruos de negros pensamientos, tan negros como sus sotanas, aliados con una clase ociosa, explotadora del trabajo obrero y campesino y de la riqueza nacional, y que venden todo al mejor postor, menos a su madre, porque carecen de ella. Esos son los promotores y beneficiarios del autoritarismo que siempre hemos padecido. De poco han servido los ideales y los sacrificios de un Valentín Gómez Farías, de un Dr. Mora, de un Juárez, de un Melchor Ocampo, de un Ricardo Flores Magón, y de millones de mexicanos más que ofrendaron sus vidas en aras de sus ideales. De nada han servido, porque actualmente los monstruos de sotana están sacando las uñas y están dispuestos a arrancarnos, así sea a sangre y fuego, todas las prebendas y privilegios que se les han quitado, y para ésto se valen de una legión de fanáticos incrustados en todos los niveles de la sociedad, desde los dirigentes empresariales que alivian sus remordimientos con la confesión, hasta gentes sencillas, pobres, buenas, pero ignorantes, supersticiosas, fanáticas y pendejas, que se espantan por el diablo, por el chupacabras, por la influenza, por todo lo que les digan los curas y la televisión. Además están organizados políticamente, tienen partidos como el PAN (incondicional del clero y los voraces empresarios), sectores del PRI, y hasta del PRD. Disponen de cenáculos perversos como el Yunque y el MURO, de fuerzas de choque, como los alumnos de escuelas católicas que golpearon a un grupo de jóvenes emos en Querétaro, y hasta del Ejército Nacional, enfrascado en una lucha inútil y fratricida (con el peligro del advenimiento de una dictadura militar de corte fascista). Disponen además, del erario público y del capital privado.

Ante estas consideraciones ¿todavía crees que vivimos en “democracia”? ¿Todavía crees en las “buenas intenciones” de los que en 9 años de gobiernos fallidos nos están llevando a la ruina? Si es así, que Dios te bendiga, si no, te invito a que lo pienses y lo medites antes de darle todo el poder de tu voto al gobierno de derecha, ese gobierno ilegítimo a todas luces, y cuyas acciones tienden a sumirnos en las tinieblas de una era neo-medieval, o por lo menos, en una sociedad sin ninguna posibilidad de diálogo ni de debate, una sociedad sometida al AUTORITARISMO, como siempre lo ha sido, una sociedad en donde obedecer y callar sea la premisa.

Por lo menos, les convoco a debatir aquí en La Caballeriza.

miércoles, 22 de abril de 2009

Bienvenida la caballada.


Aquí en La Caballeriza nos proponemos discutir cosas interesantes, intercambiar opiniones, debatir, informarnos acerca de acontecimientos relevantes, denunciar injusticias y gandalleses, organizarnos para hacer cosas trascendentes, en fin, como veo que la caballada está, en su mayoría, muy flaca, tengo la esperanza de que nos reunamos los equinos más finos, de concurso, con un chingo de pedigrí. Pedigrí intelectual quiero decir, no de otra índole.
Vamos a ver si acaso podemos establecer un diálogo inteligente, porque en lo personal, huyo de los pendejos: la pendejez es una enfermedad muy contagiosa y hay que estar lejos de esos pobres enfermitos, lo más posible, por lo menos, porque abundan: no hay más que salir a la calle, subirse al metro, acudir a una oficina pública o privada, que da lo mismo, en fin, es muy difícil no estar en contacto con estos cuates, pero por lo menos podemos vacunarnos. Lo bueno es que los caballos somos animales fuertes, sanos, hermosos e inteligentes.
Les prometo, hermanos equinos, que tendremos aquí entradas interesantes y dignas de debatir.
En la foto vemos a dos congéneres platicando, como se puede ver, aquí no se discrimina a nadie, ni por tamaño, edad, sexo, etnia, nacionalidad, creencias, etc., lo único que no se puede tolerar aquí es a los pendejos (que generalmente no pertenecen a nuestra especie: hasta ahora no he conocido a ningún caballo pendejo).